En torno a 1900:
Europa manda en el mundo: a Europa le corresponde el 70% de la producción industrial del planeta. De una población mundial de unos 1600 millones, 400 eran europeos, a los que había que sumar los 500 del mundo imperial y colonial que estaban en su órbita. Londres, con 6,5 millones de habitantes, era la ciudad más populosa y rica del mundo, el mayor puerto, apareciendo casi como el centro de la civilización.
El paradigma político asociado al progreso era el parlamentarismo liberal, pero buena parte de Europa y del mundo estaba gobernada por monarquías o se trataba de imperios autocráticos (Rusia, China, el Imperio Otomano, Japón). El liberalismo estaba en su apogeo, pero la vida política distaba de ser democrática incluso en los países más avanzados (donde había restricciones a la participación y al poder popular y donde en mayor o menor medida, según el caso, las formas tradicionales del clientelismo político suplantaban la voluntad popular) y en el horizonte asoman nubarrones que ensombrecen la estabilidad y prosperidad asociada al paradigma del liberalismo clásico.
Las principales potencias económicas, que lo son por su poderío industrial, son Gran Bretaña y Alemania, a quienes está alcanzando Estados Unidos, a la cabeza de la Segunda Revolución Industrial.
A principios del siglo XX se presentaron diversas situaciones que desembocaron en la Primera Guerra Mundial. El imperialismo, el neocolonialismo y el nacionalismo, dominaron la vida de muchos países. Veamos.
EL IMPERIALISMO
El imperialismo fue el dominio ejercido por potencias europeas sobre diversos territorios o países ubicados en África y Asia. Esta dominación se practicó por medios directos o indirectos. Es decir, que una potencia sometía por medios militares, políticos o económicos, territorios localizados en otros continentes.
Durante las primeras décadas del siglo XX, el dominio consistió en controlar territorios lejanos, con el propósito de que sirvieran como:
v mercados para los productos salidos de sus industrias, y
v enclaves militares para dominar y cuidar las colonias.
Por lo general, las potencias que ejercen el imperialismo lo defienden con la idea de que dominar países pobres es una forma de contribuir a que estos alcancen un desarrollo político, económico y cultural similar al de la potencia dominadora, acción que se llama "civilizarlos". La práctica y defensa de este tipo de ideas se conoce como ideología imperialista.
Durante las primeras décadas del siglo XX, el imperialismo directo, de tipo militar y político, cedió paso al imperialismo económico. Es decir, que las potencias prefirieron que sus colonias fueran mercados para los productos de sus industrias, antes que enclaves militares y políticos. Esta situación se produjo porque en los territorios colonizados, poco a poco surgieron movimientos independentistas que acabaron con el dominio político y militar sobre sus territorios. Una vez conseguida la independencia de antiguas colonias, se desarrolló el neocolonialismo. Es decir, la influencia cultural, económica y lingüística de la potencia, sobre la sociedad y cultura de los habitantes del nuevo Estado independiente. El neocolonialismo es una forma de dominación ideológica y económica, que favorece la presencia de los valores del imperio.
El nacionalismo es un conjunto de ideas que busca mantener la unión de un grupo de personas alrededor de principios y símbolos comunes, como la defensa de una cultura, la exaltación de unos valores y la independencia política, económica y cultural. En la mayoría de ocasiones, no en todas, el nacionalismo está relacionado con la historia y con la demarcación de un territorio específico. De acuerdo con lo anterior, el nacionalismo es una doctrina o filosofía creada con el propósito de afirmar la existencia y el mantenimiento de una comunidad humana en el tiempo y en el espacio.
Así, teniendo como soporte el nacionalismo, una nación es considerada una comunidad imaginada o como afirma un científico social: "el nacionalismo... inventa naciones donde no las hay".
Por tanto, una nación es una comunidad imaginada por tres motivos:
Se imagina tener un mayor sentido de comunión entre las personas que la conforman.
Se imagina como un lugar en el espacio geográfico, limitado por linderos finitos y elásticos, más allá de los cuales se encuentran otras naciones.
Se imagina como una comunidad basada en una relación con una historia común y unos símbolos compartidos.
EL ESCENARIO POLÍTICO DE LAS PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO XX
LA SITUACIÓN DE ALEMANIA
Otto von Bismarck rigió los destinos de Alemania entre 1862 y 1890. Durante este período ayudó a preservar la paz en Europa, mediante una compleja red de alianzas entre los Estados y los imperios existentes. Dos años después de su coronación como emperador de Alemania en 1888, Guillermo II destituyó al canciller Bismarck y emprendió la Weltpolitik, o Política Imperial, con la cual buscaba la hegemonía alemana en el panorama mundial. Por tal razón, terminó con los acuerdos creados por Bismarck.
PANORAMA MUNDIAL
Algunas características del panorama mundial de finales del siglo XIX y comienzos del XX prepararon el ambiente para la Primera Guerra Mundial, algunos fueron:
— El uso de colonias en África, Asia y Latinoamérica como mercados para el comercio de productos provenientes de Europa y Estados Unidos. Por ello, las potencias europeas competían por colonizar un mayor número de territorios.
— La aparición de nuevas potencias no europeas en el escenario mundial, como Estados Unidos y Japón.
— La apropiación de la tecnología de la Segunda Revolución industrial le permitió a Alemania competir en lo económico y militar con Inglaterra.
— El crecimiento del nacionalismo en varios países europeos, con el propósito de recuperar territorios perdidos en el pasado. Este fue el caso de la disputa entre franceses y alemanes por el control de las regiones de Alsacia y Lorena.
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